lunes, 14 de noviembre de 2011

El héroe.


Frunció el ceño y apretó los labios. Me miró con los ojos de alguien que sabia mucho, de alguien que había vivido mucho. En su rostro, que aún siendo joven se podía distinguir perfectamente el peso del tiempo y de las circunstancias en el, dejaba ver arrugas, arrugas de cansancio, de una vida de lucha.
Su vida no fue una bonita historia. Desde que nació su vida estuvo marcada por la desdicha y la tragedia.  Desde que sus ojos se abrieron por primera vez en este mundo y salió del vientre de su madre, su existencia se basó en una concatenación de ruinosas y terribles circunstancias que lo llevaron hasta el extremo, que lo pisotearon y lo maltrataron aun estando tendido en el suelo. Todo su alrededor ha estado siempre marcado por la muerte, aunque, y también hay que mencionarlo, de glorias, pero eso será otra historia.
Sin duda, su vida, jamás fue fácil. Le robaron su niñez, tuvo que vender su juventud, y ahora, ya adulto, de nuevo su destino, su tragedia, su maldición, llama a su puerta.
Si señores, su vida a muchos nos puede parecer un tormento. Pero su rostro desganado y su curtido cuerpo esconde en si un fuego y una bravura sin iguales. Aun sin aliento, yo lo he visto luchar como un demonio. Aun roto lo he visto adentrarse sin vacilación en la batalla. He visto como con sus propias manos se cobraba cientos de vidas de cientos de enemigos. Como se adentraba en los bosques de muerte sin más compañía que su espada y su coraje. Lo he visto vencer al trueno, al fuego, al mar embravecido. Lo ví enfrentarse a Dioses, a reyes y a criaturas no de este mundo. Dicen, que se adentró en el infierno y el demonio le invitó a salir a los dos días. Yo lo ví triunfar. Pero caballeros, ante todo, tened por seguro que si algo hizo, fue sangrar.
Si, su vida os puede parecer terrible, y lo es, para muchos, pero así aprendí algo…
La vida no quiere cuentos de hadas, no al menos para el capaz, no al menos para el valiente. Esas vidas se las deja al cobarde. Las grandes historias, se escriben con sangre, en vendas, tras las cicatrices. La desdicha forjó a un guerrero. Su lucha ante su vida lo convirtió en un héroe. Si caballeros, su sufrimiento ahora es leyenda, su leyenda, su historia. Y sus hazañas se contarán durante décadas y lustros. Su nombre será recordado mientras las gentes de estas tierras, generación tras generación tenga memoria y vosotros seréis olvidados en el eco del mañana. Su historia de tragedia es una historia de triunfo. Porque, y después de todo, su mano aún blande la espada.  

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