No me sorprendió mucho encontrar a Elodin en el puente de piedra. A esas aturas, me sorprendían muy pocas cosas del maestro nominador. Estaba sentado en el parapeto de piedra del puente, de un metro de alto, balanceando los pies descalzos por encima del río, que discurría treinta metros más abajo.
-Hola Kvothe –Dijo sin desviar la mirada de las aguas revueltas.
-Hola maestro Elodin –respondí-. Me temo que voy a tener que marcharme de la universidad durante un bimestre o dos.
-¿De verdad lo temes? –Detecté un susurro de regocijo en su voz, serena y resonante.
Tardé un momento en darme cuenta de a que se refería.
-Es solo una forma de hablar.
-Nuestras formas de hablar son como dibujos de nombres. Nombres vagos, débiles, pero nombres al fin y al cabo. Ten cuidado con ellos.– Levantó la cabeza y me miró-. Siéntate un momento a mi lado.
Empecé a ofrecer una escuda, pero entonces vacilé. Al fin y al cabo, Elodin era mi padrino. Dejé el laúd y el macuto en el suelo del puente. En el rostro infantil de Elodin apareció una sonrisa cariñosa; dio unas palmaditas en el parapeto ofreciéndome asiento.
Miré por encima del borde con una pizca de ansiedad.
-Prefiero no sentarme maestro Elodin.
-La prudencia le aviene al arcanista. La seguridad en si mismo le aviene al nominador. El temor no se aviene con ninguno de los dos. No se aviene contigo.
Dio otra palmadita en la piedra, esta vez mas firme.
Me subí con cuidado al parapeto y pasé los pies al otro lado. La vista era espectacular, estimulante.
-¿Ves el viento?
Lo intenté. Por un momento me pareció que… No. No era nada. Negué con la cabeza.
Elodin encogió los hombros con desenfado, aunque creí percibir una pizca de decepción.
-Este es un buen sitio para un nominador. Dime por qué.
Mire alrededor.
-Viento amplio, agua impetuosa, piedra vieja.
-Buena respuesta.- Detecte un placer genuino en su voz-. Pero hay otra razón. En otros sitios también hay piedra, agua y viento. ¿Qué hace que sea diferente?
Pensé un momento, miré alrededor y meneé la cabeza.
-No lo sé.
-Otra buena respuesta. Recuérdala.
Me quedé esperando a que continuara. Como no lo hizo, pregunté:
-¿Por qué es un buen sitio?
Elodin se quedó contemplando el agua largo rato antes de contestar:
-Es un borde. Es un lugar elevado con la posibilidad de caer. Las cosas se ven mas fácilmente desde los borde. El peligro despierta la mente dormida. Hace que veamos claras algunas cosas. Para ser nominador hay que ver las cosas.
-¿Y la caída? -.Pregunté.
-Si te caes, te caes –dijo Elodin encogiendo los hombros-. A veces, caer tambien nos enseña cosas. En los sueños, muchas veces caes antes de despertarte.
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