"Por el poder de la verdad, mientras viva, habré conquistado el universo" Fausto
Quizá todo empezó en aquel momento. Antes de que todo ardiera. Antes de que empezara a correr la sangre. Como una chispa de luz, un atisbo de supervivencia en aquel segundo trágico. Quizá empezara en el instante en el que escuché su voz. Para los que no la hayáis escuchado, os aclaro que era una voz que cortaba el aire. Aunque cada vez más, creo que en vez de una voz salvavidas, era una soga al cuello. Quizá empezara durante la refriega, en medio de aquél hambre y caos, en medio de la barbarie que supone la mera supervivencia. Pero no. Creo que todo comenzó en sus ojos. Si hay que buscar un principio es ese. No hay nada más revelador que mirarte en unos ojos que te están mirando, y no me refiero a que te observan, no, me refiero a unos ojos que te miran, que atraviesan, que indagan y toman profundidad atreviéndose a saber de ti. No hay mirada más maravillosa, más sobrehumana, ni instante más terrible, que en el que unos ojos oscuros como una noche sin luna te desarmen hasta el punto de sentirte vacío. Y no, aquí no hay orgullos, ni siquiera el ego mas férreo podría resistir el ariete que suponía una mirada como aquella. Sin dudas, y esto también es innegable, y quién diga lo contrario miente, hay miradas que matan, aunque solo sea durante un segundo. Pero aunque solo sea un segundo, es un segundo de muerte, y alguien que despierta tras morir, ve la vida de otra forma, desde otro prisma.
Tras la mirada, tras el segundo de muerte, y tras la bocanada de aire, vino la verdad. Lo que era mi verdad, y no mi mentira que yo había adoptado como verdad. Si queréis un principio es ese. La verdad. Hay está todo comienzo, incluso todo fin. No hay nada más grande que la verdad, no hay arma más devastadora. Y mi mundo era una ilusión. Comprended a la liviana ilusión enfrentándose a la todopoderosa verdad. Comprended el desastre. Mi mundo, el que era, en segundos hecho polvo. Y ahora, como pasado, un simple reflejo del horror que supone creer ser, sin serlo. Pero también comprended que no hubo mejor pilar que la verdad ni mejor rearme que aquella toma de consciencia, y comprended también, que si hoy soy al que buscáis por la leyenda es porque un día, y gracias a su mirada fui ruinas. Mi resurgir vino de la ceniza, y eso os sanará de algo. Tras la verdad, ardí, y nunca he vuelto a apagarme. Volé, con la verdad como mundo, mi mundo, y nunca volví a vislumbrar la ruina. No hay nada más poderoso que un hombre armado con la voluntad que ofrece saber su verdad y con las ganas, ansiosas, de luchar, de reconstruir y borrar el escombro. De ofrecer su verdad a un mundo al que engañó. Y todo gracias a sus ojos. Ojos oscuros como una noche sin luna, profundos como el océano, terribles como una tormenta. Cuán agradecido le estoy.
Ese fue mi comienzo, sus ojos.