lunes, 2 de enero de 2012

Agujeros negros (2)

De fondo, Endless flight de Gstavo Santaolalla

Hay muchos tipos de personas. A cada cual mas singular. Cada una de ellas con sus perfecciones, sus imperfecciones, con su grandeza. Hay personas que son como la hierva, que crece fresca y verde, pero que no se levanta más de un palmo del suelo. Las hay en abundancia, y su presencia resulta cómoda, apacible, pero nada más. Hay personas que son como cómo arbustos. Frondosos, llenos de ramas, bien afianzados en la tierra, pero con apenas tallo. Hay otras, que sin embargo, son como árboles. Se alzan sin que nada se interponga en su camino, grandes, majestuosos. Pero, hay otras, que se alejan de lo mundanamente terrenal. Salen de la espesura del bosque. De la abundancia, y se alzan en el cielo para tener su propio espacio. Su pequeña parcela de atención. Y así, las hay como estrellas, luminosas, incandescentes, lejanas.
Pero, existen personas, que están un plano por encima. No se conforman con quebrar la tierra y alzarse contra la voluntad de la gravedad. No se conforman con ser una estrella, aunque fueran la única en el firmamento. Tal vez no está en su naturaleza la conformidad, y que por sus venas en vez de sangre, circule grandeza.
Hay personas que son como agujeros negros; con su presencia, generan tal campo de gravedad que absorben cualquier partícula material, tal que ni los fotones de la luz pueden escapar de su región. Y ella, sin dudas, era un agujero negro.
Al abrir las puertas, absorbió todo lo que se encontraba a su alrededor, e hizo que giraran en torno a ella. La luz, también fue de su propiedad. Ya podría a verse encontrado en medio de la más tupida galaxia, rodeada de estrellas, que aun así, la atención abría seguido siendo suya. No había nada a su alrededor. Comprended que no podía haber nada. No al menos, que no girara en torno a ella. Comprended también, y con la lógica aplastante de lo ya mencionado en la mano, de que yo fui absorbido, que yo fui una pequeña porción de materia atraída por su densidad, y que aun hoy, sigo luchando por escapar de ella. Y entended también, y esto es lo mas terrible, que no puedo escapar. Vosotros tampoco podríais. No al menos si tenéis un corazón bajo el pecho. Se que no me entendéis, se que todo esto os puede resultar exacerbado, absurdo e incoherente. Pero claro, que sabe la hierva de agujeros negros.

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